lunes, 29 de marzo de 2010

Los poetas malditos, Paul Verlaine

Prosa poética de Paul Verlaine publicada en 1888.

Poetas que se segregaron de la sociedad, huyeron de los honores, de los puestos oficiales y adquirieron aspectos de marginados sociales, conocieron la miseria, las enfermedades y el abandono.
Reaccionaron contra los poetas románticos, estos eran la voz de la sociedad, sentían y pensaban en nombre de la comunidad.
A partir de Baudelaire no se tratará del poeta sufriendo por todos, sino que será el propio sufrimiento encarnado en la poesía. Con ellos comienzan a surgir un puñado de poetas que comenzaban a reunirse en los cafés junto a artistas de la bohemia.
Estos genios generaron elaboradas reflexiones sobre el fenómeno poético, influenciados enormemente por Edgar Allan Poe.
El dogmatismo del siglo XVIII y que se prolonga hasta el siglo XIX, se ve sustituido por una juventud escéptica, agnóstica , que ha perdido la fe en los programas y serán reveladores de los males del siglo.
Baudelaire (1821-1867)
Se encargó de tomar los principios estéticos de Gautier, para lograr una mayor profundidad. Sus temas fueron el arte, la mujer, la ciudad, la bohemia, la muerte y el hastío, entre otros; temas que molestaban y le valió la censura y el procesamiento por parte de la legislación burguesa.
Sus escritos técnicos se interesaban por la belleza más que por el arte. Belleza como efecto del arte, herencia que toma de Poe, en donde la poesía debería ser el acceso a la belleza.
Si para los románticos la belleza era tomada de la naturaleza y de los mitos como símbolos de una armonía perdida, para Baudelaire el paisaje mítico de donde provenía la fuente de inspiración era la ciudad, sus habitantes anónimos, sus miserias humanas, sus placeres, sus sueños etc.
Al respecto Baudelaire dice: “Yo encontré la definición de lo bello, de mi belleza; es algo ardiente y triste , algo un poco vago, que aleja margen a la conjetura. Voy a aplicar mis ideas a un objeto sensible, por ejemplo el objeto más interesante de la sociedad, a un rostro de mujer…”.
Ha sabido intuir las relaciones entre el amor y el mal, quedando plasmado en “Las flores del mal”, obra que le costó ser condenado por ultraje a la moral pública y a las buenas costumbres, pero lo cierto es que este libro marcó un hito en la poesía moderna.
Sería el comienzo del fin, “Las flores del mal” comenzará a ser escrita en pleno estado depresivo, producto de la sífilis, luego vendría el opio, la miseria, la hemiplejía y la muerte en agosto de 1861. Si hay algo curioso es que el 31 de mayo de 1949 la Sala Criminal del Tribunal de Casación rehabilitó la persona de Charles Baudelaire, anulando el fallo de 1857.
“Afana nuestras almas, nuestros cuerpos socavan
La mezquindad, la culpa, la estulticia, el error
y, como los mendigos alimentan sus piojos,
nuestros remordimientos, compacientes nutrimos”
(Extracto de “Al Lector”. Las Flores del Mal).
Verlaine (1844-1896)
Su lengua es sencilla, ingenua y conmovedora, su poesía fue comparada con la música porque ha sabido jugar con los recursos de la misma. En donde todo está ahí intocable, perfecto, indecible.
Si bien fue influenciado por Baudelaire, progresivamente tomará características propias.
Sostenía que sus poesías vacilaban entre el sonido y el sentido, pudiendo captar que de la lengua Francesa se podía extraer musicalidad.
A diferencia de Baudelaire, se separá aún más de la tradición romántica, descubriendo que las sensaciones y los sentimientos se transmiten mejor suscitándolos que expresándolos.
Su deseo de ser libre es una ilusión tenaz y junto a tanta rebeldía, la poesía de Verlaine expresará espontaneidad.
En 1871 se produce el encuentro con Rimbaud, hecho que cambia el destino del poeta y de su poesía. Encuentro que provoca un enamoramiento ciego hacia Rimbaud, abandonando su vida matrimonial, para comenzar una tumultuosa aventura junto a Rimbaud. Las peleas y reconciliaciones serían innumerables hasta que un disparo del arma de Verlaine hiere a Rimbaud, para finalizar en la cárcel.
Esos años de prisión le sirven como desintoxicación física y moral. Siendo en este periodo místico- cristiano, en donde nacen “Romanzas sin palabra” (1874) y “Sensatez” (1881), reflejando su búsqueda de Paz.
Luego en la libertad volvería la vida bohemia, el alcoholismo, la miseria, que lo obligarían a internarse reiteradamente. Pero es en ese momento cuando logra la más genial de su obra: “Amar” (1888), “Paralelamente” (1889), “Liturgias íntimas” (1892) y “Elegías” (1893).
Finalmente en 1896 muere.
Rimbaud (1884- 1891)
Fue un genio; a los 20 años ya había escrito toda su obra y a los 37 años había terminado su vida. Siendo uno de los poetas más grandes de su tiempo.
Sin embargo durante mucho tiempo su poesía permanecía ignorada, él mismo se despreocupaba de que sus poemas fueran difundidos. Serán los surrealistas los encargados de resucitar sus poesías y junto con ellas el mito Rimbaud, el del adolescente furioso y enloquecido, que quiere cambiar la vida.
Rimbaud pensaba que el hombre se había vuelto manso y mediocre, incapaz de entusiasmo de goce auténtico.
En 1871 Rimbaud descubre lo que considera la verdadera naturaleza poética: el poeta no debe ser un artista, sino un vidente y a partir de entonces pone todo el empeño en evadirse de lo real y en la penetración del universo inexplorado de las sensaciones. Dirá: “El poeta se vuelve vidente por un logro inmenso y razonado desequilibrio de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura; él mismo busca, agota en sí todos los venenos….”. (Carta a P. Demeny).
En 1873 escribe “Iluminaciones”, pero es publicada por Verlaine en 1886 y también escribe “Temporada en el infierno” (1873). Dos años después deja de escribir y comienza una serie de viajes para Europa y África, dedicándose a la aventura y al tráfico. En 1891 será repatriado en forma urgente a raíz de una grave enfermedad; muere en Marsella en noviembre de ese año.
“Una noche, senté a la belleza en mis rodillas, y la encontré amarga. Y la injurié.
Tomé las armas contra la justicia.
Hui ! Oh brujas! Oh miseria, Oh rencor, a vosotros
fue confiado mi tesoro!…”.
Extracto una temporada en el infierno
Mallarmé (1842- 1898)
En contraste con Rimbaud, Mallarmé era obstinada y rigurosa con una veta estudiosa, monótona y sedentaria.
La lectura de “Las Flores del Mal”, define su gusto por la poesía y lo aleja de las románticos.
Sus obras y proyectos más ambiciosos son de su primera época, escritos como: “Herodías”, “La Siesta de un fauno”, “Igitur”.
Intenta alcanzar una inaccesible perfección mediante el rechazo de lo real. Necesita desterrar la idea de que la auténtica poesía puede ser leída por todos. En su opinion hay que devolverle su dignidad y preservarla de la admiración fácil y trivial.
La intención de explicar el mundo y la pureza ideal, la realiza a través de dificultosos medios.
El poeta recibe, según Mallarmé infinidad de palabras y de imágenes que le dictan, espontáneamente, ya sea la inspiración o el mundo exterior. Hay que combinarlas entre sí y hacer surgir sus analogías que permitirán el descubrimiento de los recíprocos significados. De esta superposición de imágenes surgirán sus poesías.
El simbolismo de Mallarmé permitirá el intercambio de lenguajes entre los entes, es así que “La egloga” de Mallarmé inspira a Debussy su preludio de igual nombre, y en esta música se inspirará Nijinsky para revolucionar al ballet, en 1912.
El altísimo ejemplo poético y la tensa exigencia teórica de los poetas mencionados, tardaron algunos años en ser plenamente comprendidas y asimiladas y siendo sus frutos una nueva oleada de grandes poetas, varias de ellos recibieron el Premio Nobel, fueron figuras conocidas y respetadas. Finalmente la herencia fue recibida por la poesía moderna.





Con el título original Les poétes maudits, Paul Verlaine escribe en 1884 un ensayo sobre seis poetas, él entre ellos, llamándose a sí mismo Pobre Lelian. Antecede a los poemas sus comentarios que inciden sobre la maldita condición.

Aquí algunos fragmentos:



Tristan Corbiére, “Su verso vive, ríe, llora un poco, se mofa en abundancia y se chancea mejor. Además es amargo y salado como su querido océano, no es arrullador en lo más mínimo como a veces le ocurre a este turbulento amigo, pero, al igual que él, refleja los rayos del sol, la luna y las estrellas en la fosforescencia de una tromba y de las olas enfurecidas. Se hizo parisino, pero sin el sucio espíritu mezquino. Ataques de hipo, vómito, ironía feroz y feliz, bilis y fiebre exasperadas en genio y en qué alegría”.

Arthur Rimbaud. “Tuvimos la fortuna de conocer a Arthur Rimbaud. Hoy muchas cosas nos separan de él sin que, por descontado, nuestra profundísima admiración por su genio y carácter haya mermado. (…) El hombre era alto, bien formado, casi atlético, de rostro de un perfecto óvalo de ángel exiliado, con cabellos castaño claro despeinado y los ojos de un azul pálido inquietante. (…) La obra del señor Rimbaud, remontándonos al periodo e extrema juventud, es decir de 1869, 70, 71, es abundante y formaría un volumen respetable. Se compone de poemas generalmente cortos, de sonetos, letrillas, poemas en estrofas de cuatro, cinco y de seis versos. Su verso firmemente asentado, rara vez usa artificios. Nada de cesuras libertinas y menos todavía de encabalgamientos. La elección de las palabras es siempre exquisita, algunas veces pedante a voluntad. El lenguaje es limpio y se mantiene claro aun cuando la idea se diluya o el sentido se obscurezca.”

Más adelante y luego de reproducir poemas de Rimbaud, incluso algunos “a espaldas suyas”, Verlaine exclama “Nos sentimos orgullosos de ofrecer por primera vez nuestros contemporáneos inteligentes buena parte de este rico pastel, algo de Rimbaud. Si hubiéramos consultado al señor Rimbaud (cuya dirección ignoramos, tremendamente vaga, además) es probable que nos hubiera desaconsejado emprender la parte de este trabajo que a él atañe. ¡Así se condena a sí mismo este poeta maldito!”

Stephane Mallarmé. “Preocupado de verdad por la belleza, consideraba la claridad como un don secundario, y siempre que su verso fuera numeroso, musical, raro, y, cuando era necesario, lánguido o excesivo, se burlaba de todo con tal de agradar a los delicados, cuyo representante más difícil era él. ¡Qué mala acogida de la Crítica tuvo este poeta puro que permanecerá mientras haya una lengua francesa para atestiguar su gigantesco esfuerzo! (…) En las páginas humorísticas, en el ‘seno’ de las revistas serias, casi en todas partes, se puso de moda mofarse, recordarle la lengua al escritor consumado, el sentimiento de lo bello al artista indudable. Entre los más influyentes, algunos estúpidos tildaron al hombre de loco.”

Marceline Desbordes-Valmore. “Es digna, por su oscuridad aparente pero absoluta, de figurar entre nuestros poetas malditos, y tenemos el deber imperioso de hablar de ella, a partir de ahora, lo más largo y detallado posible. El señor Barbey d’Aurevilly la sacaba hace tiempo de estas filas y señalaba esa rara competencia que posee, la rareza y verdadera competencia que tuvo. En cuanto a nosotros, pese a la curiosidad que sentimos por los bueno o bellos versos, la ignorábamos, cuando precisamente Arthur Rimbaud nos conoció y nos obligó a leer todo aquello, imaginábamos como un fárrago con algunas bellezas dentro. Nuestra sorpresa fue grande.”

Villiers de L’Isle Adam. “A veces el terror se cuela entre sus paradojas, terror que se diría compartido por el narrador: después una risa loca lo invade a él y a sus auditores debido a lo mucho que brilla entonces la novedad y la fuerza cómica del espíritu. Y Villiers se va, dejando una especie de atmósfera negra donde perdura a la vez en los ojos el recuerdo de un fuego artificial, un incendio, una serie de relámpagos y el sol. Más difícil resulta dar con la obra, rarísima y dar cuenta de ella. Queremos decir que ésta es casi inencontrable ya que, tanto por desprecio al ruido como por razones de extraña indolencia, el poeta gentilhombre se desentendió de la publicidad banal atendiendo sólo a la gloria.”

Pobre Lelian. “Este maldito habrá tenido sin duda el destino más melancólico, ya que esta palabra puede caracterizar las desgracias de su existencia, debidas al candor de su carácter y a la desidia – ¿irremediable? – de corazón que le han hecho decir de sí mismo en su libro Sapientia : Y además, sobre todo, no vayas a olvidarte de ti mismo, / arrastrando tu abulia y tu simpleza/ Allí donde se batalle o se ame, / De forma tan triste y loca en verdad / ¿Han castigado suficiente esta pesada inocencia? (…) El recuerdo, la esperanza, la invocación de un pecado me deleitan con o sin remordimientos, incluso bajo la forma y provistos de todas las consecuencias del Pecado algunas veces, pero más a menudo, hasta tal punto la carne y la sangre son fuertes, naturales y animales, como si se tratara de recuerdos, esperanzas , invocaciones. A mí, a usted, a él, escritores, nos es grato trasladar al papel este deleite y publicarlo más o menos bien expresado. Lo consignamos finalmente en forma literaria olvidando todas las ideas religiosas, o bien sin perder de vista una sola. (…) Hombre místico y sensual … Pobre Lelian es claramente libre de hacer libros de mera oración al mismo tiempo que de mera impresión.”

Luego de referirse a algunas de sus obras y consignar sus poemas, anuncia “Prepara, a través de contrariedades de toda índole, varios volúmenes. En marzo apareció Caridad. Al lado aparecerá próximamente. El primero es continuación de Sapientia, libro de áspero y dulce catolicismo, el otro es la recopilación en verso de sensaciones de las más sinceras y atrevidas. Y para concluir digamos que vio impresas dos obras en prosa. Los comentarios de Sócrates, autobiografía demasiado general, y Claire Lobscure, título principal de varios relatos. Ambas continuarán si Dios quiere. Tiene otros muchos proyectos. Sucede sin embargo que está enfermo, un poco desanimado, y les pide permiso para meterse en cama”.

“Y LO DEMÁS, YA ES LITERATURA”

Para saber qué es la poesía para Paul Verlaine, Pobre Lelian, mentor del Simbolismo, basta leer su:

ARTE POÉTICA (1885)

La música ante todo preferimos,

por eso mismo el verso imparisílabo

que es más vago y soluble

y que no tiene ningún peso ni pose

que lo tiente.

Y no olvides tampoco el elegir palabras

que se presten al equívoco:

quedémonos con una canción gris,

que junta lo más claro a lo indeciso.

[...]

¡Lo que buscamos siempre es el matiz,

solo el matiz y nada de color!

Sólo el matiz hermana sin herir

sueño con sueño, flauta y bronco son.

[...]

¡Retuércele el pescuezo a la elocuencia!

Y no estará de más, con mano dura,

poner coto a la rima: si la sueltas

nadie sabe hasta donde nos empuja.

[...]

¡La música ante todo, siempre música!

sea tu verso ese algo volandero

que sentimos huir de un alma

en busca de distintos amores y otros cielos.

Sea tu verso anuncio de ventura

en el crispado viento matutino

perfumado de menta y tomillo…

Y lo demás es ya literatura.

Paul Verlaine nació en Metz el 2 de octubre 1844 y murió en París el 8 de enero de 1896.












Bibliografia:
http://hablasonialuz.wordpress.com/2008/01/09/pobre-lelian-paul-verlaine-y-los-poetas-malditos/

http://patriciagomezpoesia.com/2008/10/16/los-poetas-malditos-baudelaire-verlaine-rimbaud-y-mallarme/


Mas info: http://www.leergratis.com/literatura/poetas-malditos.html

http://bibliocuenca.blogspot.com/2006/10/el-templo-de-los-poetas-malditos.html

Simbolismo y decadentismo

El simbolismo fue uno de los movimientos artísticos más importantes de finales del siglo XIX, originado en Francia y en Bélgica. En un manifiesto literario, publicado en 1886, Jean Moréas definió este nuevo estilo como «enemigo de la enseñanza, la declamación, la falsa sensibilidad y la descripción objetiva».
Fue una oposición declarada al realismo, al positivismo y al espíritu científico y concepción del mundo como un misterio que el poeta ha de desvelar alterando su inteligibilidad, suspendiendo el juicio lógico y penetrando en los dominios del ensueño y del subconsciente.

Las flores del mal (Charles Baudelaire)es una obra poética donde el Simbolismo se hace presente, es una de sus raíces.

I

LA DESTRUCCION

El demonio se agita a mi lado sin cesar;
flota a mi alrededor cual aire impalpable;
lo respiro, siento como quema mi pulmón
y lo llena de un deseo eterno y culpable.

A veces toma, conocedor de mi amor al arte,
la forma de la más seductora mujer,
y bajo especiales pretextos hipócritas
acostumbra mi gusto a nefandos placeres.

Así me conduce, lejos de la mirada de Dios,
jadeante y destrozado de fatiga, al centro
de las llanuras del hastío, profundas y desiertas,

y lanza a mis ojos, llenos de confusión,
sucias vestiduras, heridas abiertas,
¡y el aderezo sangriento de la destrucción!

II

UNA MARTIR

Dibujo de un maestro desconocido

En medio de frascos, telas sedosas,
y muebles voluptuosos,
de mármoles, pinturas, ropas perfumadas,
que arrastran los pliegues suntuosos,

en una alcoba tibia como en un invernadero,
donde el aire es peligroso y fatal,
dónde lánguidas flores en sus ataúdes de cristal
exhalan su suspiro postrero,

un cadáver sin cabeza derrama, como un río,
en la almohada empapada,
una sangre roja y viva, que la tela bebe
con la misma avidez que un prado.

Parecida a las tétricas visiones que engendra la oscuridad
y que nos encadenan los ojos,
la cabeza, con la masa de su crin sombreada,
y de sus joyas preciosas,
en la mesilla de noche, como una planta acuática,
reposa, y, vacía de pensamientos,
una mirada vaga y blanca como el crepúsculo
escapa de sus ojos extraviados.

En el lecho, el tronco desnudo, sin pudor,
en el más completo abandono, muestra
el secreto esplendor y la belleza fatal
que la naturaleza le donó.

Una media rosada, adornada con hilo de oro, en la pierna
ha quedado cual recuerdo.
La liga, al igual que un ojo secreto que llamea,
lanza una mirada diamantina.

El singular aspecto de esta soledad
y de un gran retrato voluptuoso,
de ojos provocativos como su actitud
revela un amor tenebroso,

una culpable alegría y fiestas extrañas,
llenas de besos infernales,
que regocijarán a los ángeles malos
nadando entre cortinas y chales.

Sin embargo, al ver la esbeltez elegante
del hombro y su trazo quebrado,
la cadera levemente afilada, y la cintura ágil
lo mismo que un reptil irritado, se advierte
que ella es joven aún. -Su alma exasperada
y sus sentidos mordidos por el tedio,
¿se habían entregado a la jauría enfurecida
de deseos errantes y perdidos?


El hombre vengativo al que no pudiste, viviendo,
a pesar de tanto amor, aplacar,
¿sació en tu carne, inerte y complaciente,
toda la inmensidad de su deseo?


¡Responde, cádaver impuro! ¿Por tus rígidas trenzas
te levantó con brazo febril?
Dime, cabeza horrible, ¿en tus fríos dientes
hay aún sus últimos adioses?


-Lejos del mundo burlón, lejos de la multitud impura,
lejos del magistrado curioso,
duerme en paz, duerme en paz, extraña criatura,
en tu sepulcro misterioso;
tu esposo corre el mundo, y tu forma inmortal
vela junto a él cuando duerme;
lo mismo que tú sin duda te será fiel
y constante hasta la muerte.


III

MUJERES CONDENADAS

Como un rebaño pensativo sobre la arena acostadas,
entornan los ojos hacia el horizonte marino,
y sus pies que se buscan y sus manos enlazadas
tienen dulces languideces, amargos escalofríos.

Unas, corazones que aman las largas confidencias,
en el corazón de los bosques y junto a los arroyos,
deletrean el amor de las tímidas infancias
y marcan en el tronco los jóvenes arbolillos;

otras, como hermanas, andan lentas, graves,
a través de las rocas llenas de apariciones,
donde san Antonio vio surgir como lavas,
desnudo el seno, a sus purpúreas tentaciones.

Las hay que a la lumbre de resinas goteantes,
en el hueco mudo de los viejos antros paganos,
te llaman en socorro de sus fiebres aullantes,
¡oh Baco, adormecedor de viejos remordimientos!

Y otras, cuya garganta gusta de escapularios,
que, ocultando un látigo bajo sus largos vestidos,
mezclan en la noche oscura y los bosques solitarios
espuma del placer y lágrimas de la tortura.

¡Oh vírgenes, oh demonios, oh monstruos, oh mártires!,
grandes espíritus negadores de la realidad,
buscadores de lo infinito, devotos y sátiros,
ora llenos de furor, ora llenos de llanto,

vosotras, a las que en vuestro infierno mi alma os [ha seguido,
pobres hermanas, os amo tanto como os compadezco
por vuestras dolorosas tristezas, vuestra sed no saciada,
y las urnas de amor que llenan vuestro corazón.

IV

LAS DOS BUENAS HERMANAS

La Licencia y la Muerte son dos buenas muchachas,
pródigas de sus besos y ricas en salud;
su flanco siempre virgen y cubierto de hilachas,
con la eterna labor jamás ha dado a luz.

Al poeta siniestro, enemigo del hogar,
favorito del infierno, cortesano sin más,
tumbas y lupanares le muestran tras su vallado
un lecho que el remordimiento no frecuenta jamás.

Y el ataúd y la alcoba con grandes blasfemias
nos ofrecen alternando como buenas hermanas
terribles placeres y horribles deleites.

¿Cuándo quieres enterrarme, Vicio de brazos inmundos?
Muerte, su rival en atractivos, ¿cuándo vendrás
a plantar tus negros cipreses sobre sus mirtos fétidos?

V

LA FUENTE DE SANGRE

A veces siento mi sangre correr en oleadas,
lo mismo que una fuente de rítmicos sollozos;
la oigo correr en largos murmullos,
pero en vano me palpo para encontrar la herida.

A través de la ciudad, como un campo cerrado,
va transformando las piedras en islotes,
saciando la sed de cada criatura,
y coloreando en rojo toda la natura.

A menudo he pedido a estos vinos
aplacar por un solo día el terror que me roe;
el vino torna el mirar más claro y el oído más fino.

He buscado en el amor un sueño de olvido;
pero el amor no es para mí sino un colchón de alfileres,
hecho para dar de beber a esas crueles mujeres.

VI

ALEGORIA

Es hermosa mujer, de buena figura,
que arrastra en el vino su cabellera.
Las garras del amor, los venenos del garito,
todo resbala y se embota en su piel de granito.
Se ríe de la Muerte y desprecia la Lujuria,
y ambas, que todo inmolan a su ferocidad,
han respetado siempre en su juego salvaje,
de ese cuerpo firme y derecho la ruda majestad.

Anda como una diosa y reposa como una sultana;
tiene por el placer una fe mahometana,
y en sus brazos abiertos que llenan sus senos
atrae con la mirada a toda la raza humana.
Ella cree, ella sabe, ¡doncella infecunda!,
necesaria no obstante a la marcha del mundo,
que la belleza del cuerpo es sublime don,
que de toda infamia asegura el perdón.

Ignora el infierno igual que el purgatorio,
y cuando llegue la hora de entrar en la noche negra,
mirará de la Muerte el rostro,
como un recién nacido, sin odio ni remordimiento.

VII

LA BEATRIZ

En terrenos de ceniza, calcinados, sin verdores,
mientras me lamentaba un día a Naturaleza,
y mi pensamiento vagaba al azar,
sintiendo en mi corazón clavarse el puñal,
vi, en pleno mediodía, descender sobre mi cabeza
una oscura nube grande y tempestuosa,
que llevaba un rebaño de viciosos demonios,
parecidos a enanos crueles y curiosos.

Pusiéronse a contemplarme fríamente
y, como hablando de algún loco que pasa,
les oía reír y murmurar entre sí,
y cambiar más de un guiño y más de un ademán.

«Contemplemos a gusto esta caricatura,
esta sombra de Hamlet que imita su gesto,
la mirada indecisa y los cabellos al viento,
¿no da pena ver a ese vividor,
ese vago, ese histrión sin teatro, ese gracioso,
que porque sabe representar con arte su papel,
quiere interesar con sus cantos de dolor
a las águilas, grillos, arroyos y flores,
e incluso a nosotros, autores de estas viejas rimas,
y recitarnos a gritos sus públicas parrafadas? »

Hubiera podido (mi orgullo, alto como el monte,
domina la nube y el clamor de los demonios)
volver simplemente mi cabeza serena,
si no hubiese entre su tropa obscena,
¡crimen que no hizo tambalear al sol!,
la reina de mi corazón, de mirada sin igual,
que se reía con ellos de mi sombría tristeza
y les hacía, a veces, alguna sucia caricia.

VIII

UN VIAJE A CYTEREA

Mi corazón, como un pájaro, revoloteaba feliz,
y volaba libremente alrededor de las cuerdas;
el navío corría bajo un cielo sin nubes,
como ángel embriagado de un sol radiante.

¿Qué isla es ésta tan negra y triste?- Es Cyterea,
nos dicen, un país famoso en las canciones,
Eldorado trivial de todos los solterones.
Mirad, después de todo es una pobre tierra.

-¡Isla de dulces secretos y de fiestas del corazón!
De la antigua Venus el soberbio fantasma,
más allá de tus mares flota como un aroma,
y llena los espíritus de amor y languidez.

Bella isla de verdes mirtos, llena de capullos en flor,
siempre venerada por todas las naciones,
donde los suspiros de amantes corazones
avanzan como el incienso por jardines de rosas

o el eterno arrullo de la paloma torcaz.
-Cyterea no era más que una tierra pobre,
un desierto rocoso turbado por gritos feroces.
¡Sin embargo, presentía yo allí algo singular!

Aquello no era un templo de sombras selváticas,
donde la joven sacerdotisa, eterna enamorada de las flores,
iba, el cuerpo ardiente por calores secretos,
entreabriendo sus ropas a las brisas ligeras;

pero, he aquí que rozando la costa el bauprés,
al asustar los pajáros con nuestras velas blancas,
pudimos ver que era un patíbulo de tres zancas,
destacado en el cielo, negro como un ciprés.

Las aves rapaces, posadas en su cumbre,
destrozaban con furia a un ahorcado ya podrido:
cada una hundía, como un clavo, su impuro pico
en los rincones sangrientos de aquella podredumbre.


Eran los ojos agujeros, y del vientre desfondado
los gruesos intestinos caían sobre los muslos;
y sus verdugos, ahítos de espantosas delicias,
a picotazos lo habían castrado por completo.


Bajo los pies, una manada de celosos cuadrúpedos
levantado el hocico, merodeaba;
una bestia más grande se agitaba en el centro,
como un verdugo rodeado de auxiliares.


¡Oh habitante de Cyterea, de un cielo tan hermoso,
silenciosamente sufrías estos insultos
en una expiación de tus infames cultos,
y los pecados que te impidieron el descanso eterno!


¡Ridículo ahorcado, tus dolores son los míos!
Yo sentí, a la vista de tus miembros flotantes,
como un vómito subir hasta mis dientes
el largo río de hiel de mis antiguos dolores.


Ante ti, pobre diablo, tan caro de recordar,
sentí todos los picos y todos los mordiscos
de los cuervos fieros y de las panteras negras,
que antaño tanto gozaban en machacar mi carne.

El cielo estaba embrujado, la mar en calma;
para mí todo era negro y sangriento para siempre,
¡ay!, y tenía, como en un espeso sudario,
el corazón amortajado en esta alegoría.

En tu isla, oh Venus, no encontré en mi viaje
más que un patíbulo simbólico donde colgaba mi imagen...
-¡Oh Señor! Dame la fuerza y el coraje
¡de contemplar mi cuerpo y mi alma sin asco!


IX

EL AMOR Y EL CRANEO

Viñeta antigua

El amor está sentado en el cráneo
de la Humanidad,
y desde este trono, el profano
de risa desvergonzada,
sopla alegremente redondas pompas
que suben en el aire,
como para alcanzar los mundos
en el corazón del éter.


El globo luminoso y frágil
toma un gran impulso,
estalla y exhala su alma delicada,
como un sueño de oro.


Y oigo el cráneo a cada burbuja
rogar y gemir:
-Este juego feroz y ridículo,
¿cuándo acabará?


Pues lo que tu boca cruel
esparce en el aire,
monstruo asesino, es mi cerebro,
¡mi sangre y mi carne!


La obra de Baudelaire, además, lograba la síntesis de las dos tendencias fundamentales del movimiento: una dimensión parnasiana, a través de la búsqueda de una belleza ideal, y otra decadente, manifestada en la atracción por lo artificial y lo perverso. En 1884 la novela de Huysmans A contrapelo y el ensayo de P. Verlaine Los poetas malditos dieron una celebridad tardía a S. Mallarmé, quien, a partir de 1886, celebró en su casa unas tertulias a las que acudían jóvenes como H. de Régnier y F. Viélé-Griffin. A estos nombres hay que añadir otros en los que Simbolismo y decadentismo van muy unidos: A. Rimbaud, Ch. Cros, T. Corbière y J. Laforgue. La fase de mayor actividad del movimiento se sitúa entre 1885 y 1897, cuando a las obras de sus miembros franceses vinieron a sumarse el teatro simbolista del belga M. Maeterlinck y los poemas de su compatriota E. Verhaeren. Tras la muerte de Verlaine (1896) y de Mallarmé (1898), el grupo perdió cohesión y tendió a dispersarse. Sin embargo, su herencia fue recogida por importantes escritores, como P. Claudel, P. Valéry y G. Apollinaire, y, a través de ellos, ejerció su influencia en los primeros movimientos de vanguardia. El Simbolismo también se incorporó a las diversas literaturas europeas (O. Wilde en Gran Bretaña, S. George en Alemania, K. Hamsun en Noruega, G. Brandes en Dinamarca) y renovó, de forma muy especial, el estancado panorama literario español, gracias a la influencia que ejerció en la obra del nicaragüense R. Darío.



El Decadentismo es una corriente artística, filosófica y, principalmente, literaria que tuvo su origen en Francia en las dos últimas décadas del siglo XIX y se desarrolló por casi toda Europa y algunos países de América.

Literariamente el decadentismo tuvo su inspiración en las doctrinas poéticas postrománticas, denominándose decadentes a todos aquellos escritores ligados a la herencia espiritual o formal de Baudelaire, considerado el padre espiritual del decadentismo. Baudelaire descubrió la correspondencia entre perfumes, sonidos y colores y la tenebrosa y profunda unidad de la naturaleza.


(El postromanticismo es un movimiento estético e intelectual que nace después y a partir del Romanticismo, durante la segunda mitad del siglo XIX. Tuvo su máximo esplendor en Francia, donde dio lugar al Parnasianismo y el Simbolismo en literatura. Se expresó sobre todo en las artes literarias y musicales.

Los escritores y artistas se rebelan contra las formas de vida de los burgueses y nace su espíritu inconformista que demanda libertad. Sienten rechazo por los valores de la sociedad y caen, en su deseo de evadirse de la grisura y angustia de la realidad, en ciertos vicios como el alcohol y las drogas. Se aferraban a la aventura, la soledad y a veces al odio de su propia existencia, de forma que algunos de ellos acabaron en la locura.

En la poesía la forma pierde parte de su interés para centrar su atención a lo emotivo que puede poseer el poema. Lo narrativo decae en favor de lo lírico. La poesía es más personal e intimista. Se reduce la retórica y se aumenta el lirismo, con el amor y la pasión por el mundo por lo bello como temas principales. Se buscan nuevas formas métricas y nuevos ritmos. La homogeneidad de la que gozaba el Romanticismo se transforma en pluralidad en las ideas poéticas. La poesía posromántica, pues, representa, mas que una transición, un conflicto insuperable entre el Romanticismo y el Realismo, por lo que con frecuencia suelen ser interpretados sus autores como románticos descolgados; en filosofía, won decantadamente pesimistas.
Son narradores posrománticos Herman Melville y Thomas Carlyle; la Madame Bovary de Gustave Flaubert es una novela postromántica. Lord Alfred Tennyson y Elizabeth Barrett-Browning y su marido Robert Browning son también poetas postrománticos. En la música se funde el Romanticismo y el Barroco en Johannes Brahms y Sergei Rachmaninov. También Gustav Mahler pertenece a esta estética. En España son poetas postrománticos Gustavo Adolfo Bécquer, Rosalía de Castro, Augusto Ferrán, Luis Antonio Ramírez Martínez y Güertero, Ricardo Blanco Asenjo, Manuel de la Revilla y José Campo-Arana.)


También influyó en el decadentismo Rimbaud, para quien el poeta debe hacerse vidente a través de un razonado desarreglo de los sentidos. Se trata de registrar lo inefable y para ello es preciso una alquimia verbal que, nacida de una alucinación de los sentidos, se exprese como alucinación de las palabras, al mismo tiempo, esas invenciones verbales tendrán el poder de cambiar la vida.

La brisa (A. Rimbaud)

En su retiro de algodón,
con suave aliento, duerme el aura:
en su nido de seda y lana,
el aura de alegre mentón

Cuando el aura levanta su ala,
en su retiro de algodón
y corre do la flor lo llama
su aliento es un fruto en sazón.

¡Oh, el aura quintaesenciada!
¡Oh, quinta esencia del amor!
¡Por el rocío enjugada,
qué bien me huele en el albor!

Jesús, José, Jesús, María.
Es como el ala de un halcón
que invade, duerme y apacigua
al que se duerme en oración.


Sin embargo, una de las mejores expresiones de este movimiento la refleja el verso de Paul Verlaine: yo soy el imperio al fin de la decadencia. Precisamente Verlaine estuvo durante algún tiempo a la cabeza del movimiento, especialmente después de la publicación de Los poetas malditos (1884).
El decadentismo fue la antítesis del movimiento poético de los parnasianos y de su doctrina (inspirada en el ideal clásico del arte por el arte), a pesar de que Verlaine, uno de sus máximos exponentes del decadentismo, había sido en sus orígenes parnasiano. La fórmula pictórica y escultórica de los parnasianos (ut pictura poesis, según la norma de Horacio), se sustituye en el decadentismo por el ideal de la poesía, que tiende a la cualidad de la música.

El decadentismo arremete contra la moral y las costumbres burguesas, pretende la evasión de la realidad cotidiana, exalta el heroísmo individual y desdichado y explora las regiones más extremas de la sensibilidad y del inconsciente.

El esteticismo se acompañó, en general, de un exotismo e interés por países lejanos, especialmente los orientales, que ejercieron gran fascinación en autores como el francés Pierre Louÿs, en su novela "Afrodita" (1896) y en sus poemas "Las canciones de Bilitis" (1894). Así como en el también francés Pierre Loti o el inglés Richard Francis Burton, explorador y traductor de una polémica versión de "Las mil y una noches".

Pero la máxima expresión del decadentismo lo constituye la novela "A rebours" (A contrapelo), escrita en 1884 por el francés Joris Karl Huysmans, quien es considerado uno de los escritores más rebeldes y significativos del fin de siglo. La novela narra el estilo de vida exquisito del duque Jean Floressas des Esseintes, que se encierra en una casa de provincias para satisfacer el propósito de sustituir la realidad por el sueño de la realidad. Este personaje se convirtió en un modelo ejemplar de los decadentes, de tal manera que se consideran descendientes directos de Des Esseintes, entre otros, personajes como Dorian Gray, de Oscar Wilde, y Andrea Sperelli, de Gabriele D'Annunzio. "A rebours" fue definida por el poeta inglés Arthur Symons como el breviario del decadentismo.

También son considerados decadentes los franceses postsimbolistas Jean Lorrain, Madame Rachilde, Octave-Henri-Marie Mirabeau y, en cierta manera, Villiers De L'Isle-Adam, Stéphane Mallarmé y Tristan Corbière.

La revista Le Décadent, fundada en 1886 por Anatole Baju, sirvió como vehículo de expresión de este movimiento.


Bibliografía: Wikipedia
http://www.luzmasluz.org/PROGR._RADIALES/2006/23-04-06/decadentismo.html
www.amediavoz.com

salvatore Quasimodo, Hermetismo

Poeta y ensayista italiano nacido en Modica, Ragusa, en 1901.

Uno de los exponentes del HERMETISMO (La poesía hermética de Costanzo Flora en 1936;movimiento poético italiano del Siglo XX. El lenguaje evocador, oscuramente analógico a partir de la asociación de ideas por yuxtaposición, la utilización de sustantivos absolutos (sin usar el artículo), los plurales indeterminados y las imágenes oníricas. Con el hermetismo el texto se sale de lo cotidiano y deviene mensaje atemporal, en el que la literatura no se empeña en propósitos prácticos. Buscaban la pureza de la palabra, salir del tiempo, la vida absoluta)

Otros poetas herméticos: Giuseppe Ungaretti y Eugenio Montale.



Este poeta, en su obra Oboe sumergido de 1932, muestra las principales caracteristicas de esta forma.

He aquí:


De "Oboe sumergido":

Convalecencia

Siento amor convertirse en otra muerte
ignota para mí, pero más lenta,
que a menudo me empuja hacia sus formas.

Abandono de alga:
me busco en los oscuros acordes
de profundos despertares
en orillas densas de cielo.

El viento se injerta
dócil en mi sangre,
y es ya voz y naufragio,
manos que renacen:

manos entrelazadas o palma con palma unidas
en distendida renuncia.

Tiene miedo de ti
el corazón seco y doliente,
infancia imposeída.

* * * * *

De tierna mujer echada entre las flores

Se adivinaba la estación oculta
por el ansia de las lluvias nocturnas,
por los cambios de las nubes en el cielo,
undosas leves cunas;
y yo estaba muerto.

Una ciudad suspendida en el aire
era mi último exilio,
y en torno me llamaban
las suaves mujeres de otros tiempos,
y la madre, renovada por los años,
con su dulce mano escogía entre las rosas
y con las más blancas ceñía mi cabeza.

Afuera era de noche
y los astros precisos seguían
ignotos caminos en curvas de oro
y las cosas vueltas fugitivas
me llevaban a rincones secretos
para hablarme de jardines abiertos de par en par
y del sentido de la vida;
pero a mí me dolía la última sonrisa

de tierna mujer echada entre las flores.

* * * * *

Nacimiento del canto

Manantial: luz resurgida:
hojas arden róseas.

Yazgo sobre ríos colmados
donde son islas
espejos de sombras y de astros.

Y me arrolla tu regazo celeste
que nunca nutre de alegría
mi vida diferente.

Muero para volver a tenerte,
aunque sea desilusionada,
adolescencia de los miembros
enfermos.

* * * * *

Oboe sumergido

Avara pena, tarda tu don
en esta mi hora
de suspirados abandonos.

Un oboe gélido deletrea de nuevo
alegría de hojas perennes,
no mías, y olvida;

en mí anochece:
el agua tramonta
en mis manos herbosas.

Alas oscilan en ronco cielo,
lábiles: el corazón transmigra
y yo estoy yermo,

y los días son escombros.

* * * * *

Otoño

Otoño manso, yo me poseo
y me inclino ante tus aguas para beber el cielo,
suave fuga de árboles y abismos.

Áspera pena del nacer
me encuentra unido a ti;
yen ti me quebranto y repongo:

pobre cosa caída
que la tierra recoge.



Estos autores del hermetismo continuarían la experiencia simbolista francesa de Mallarmé (Etienne Mallarmé, representa la culminación del simbolismo y el nacimiento de las vanguardias. Puede decirse que Mallarmé llevó el impresionismo a la poesía) y Valéry, buscando reasignar al mensaje poético una carga expresiva absoluta que le aleje del aspecto meramente comunicativo del lenguaje y consiga, así, una impresión sentimental directa. Buscaron hacer de la palabra en el poema un momento puro y absoluto, en el cual culminaran las tensiones existenciales y cognoscitivas de cada uno con el sentido de la vida, no estando exentos de ello los valores religiosos más o menos acentuados.